La electrificación rural es mucho más que llevar luz a comunidades alejadas; es un puente hacia el desarrollo, la equidad y el bienestar.

¿Qué es la electrificación rural?

La electrificación rural es básicamente el proceso de llevar electricidad a las zonas rurales y más remotas. Muchas comunidades rurales aún sufren grandes dificultades porque las redes de energía nacionales no satisfacen su demanda de electricidad.

770 millones de personas vivían sin acceso a electricidad en el año 2019, lo que supone el 10,2% de la población mundial. Por lo general, la electrificación comienza en las ciudades y luego se va extendiendo poco a poco a las áreas rurales, pero este proceso suele encontrar varios obstáculos en los países en desarrollo.

Expandir las redes eléctricas nacionales es algo bastante caro, y muchos países no tienen suficiente dinero para mejorar su infraestructura. Además, lograr que los precios de instalación bajen por cada conexión es más complicado en zonas poco pobladas, lo que hace que el gasto per cápita sea mucho más elevado.

Es por esto que la electrificación rural es uno de los retos más significativos en la lucha contra la pobreza y la desigualdad global. Según datos recientes, millones de personas en comunidades rurales alrededor del mundo aún no tienen acceso a electricidad. Este acceso limitado afecta negativamente su educación, salud, economía y calidad de vida en general. 

Pero si los países logran superar estos desafíos y electrificar a nivel nacional, las comunidades rurales podrán disfrutar de grandes beneficios en términos de desarrollo económico y social.

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Métodos sostenibles de electrificación rural

La electrificación rural es una de las mayores oportunidades para transformar comunidades en zonas alejadas, mejorando la calidad de vida de millones de personas. 

Los beneficios de utilizar métodos sostenibles de electrificación rural son muchos. Primero, ofrece acceso a energía limpia, lo que reduce la dependencia de los combustibles fósiles y ayuda a combatir el cambio climático. 

Además, tener electricidad facilita el acceso a servicios de salud, educación y comunicación, creando nuevas oportunidades económicas, como negocios locales y una agricultura más productiva. Lo mejor es que, al ser sostenible, estos proyectos aseguran que la energía llegue para quedarse, sin agotar los recursos naturales.

Algunos de los métodos sostenibles para electrificación rural incluyen:

El sol como motor de progreso

El sol es una fuente de energía abundante y gratuita, por lo que la energía solar es perfecta para las comunidades rurales. Los paneles solares fotovoltaicos se están utilizando cada vez más para abastecer de electricidad a hogares, escuelas y pequeños negocios en zonas donde la red eléctrica no llega.

Microhidroeléctricas

Para comunidades cercanas a ríos o corrientes de agua, las microhidroeléctricas representan una muy buena alternativa. Estos sistemas convierten el flujo del agua en electricidad, con una huella ecológica mucho menor que las grandes represas, y ofrecen una fuente de energía constante y fiable, perfecta para zonas rurales que necesitan electricidad duradera.

Viento que impulsa el cambio

En áreas rurales donde los vientos son constantes, la energía eólica es otra fuente prometedora. Las pequeñas turbinas eólicas pueden ser instaladas para complementar la energía solar, creando soluciones híbridas que maximizan el aprovechamiento de los recursos naturales disponibles. Además, la energía eólica es limpia, no contamina y contribuye a reducir la huella de carbono.

Microredes

Las microredes son sistemas locales de energía renovable que permiten a las comunidades gestionar su propio suministro eléctrico. Combinan varias fuentes de energía renovable, como solar, eólica y biomasa, lo que las hace súper flexibles y resistentes. Al ser gestionadas por la misma comunidad, fomentan la autonomía y pueden adaptarse a las necesidades locales, asegurando un suministro constante incluso en zonas más remotas.